A menudo tiene que ver con el profesor.
Aunque no odiaba las matemáticas, no recuerdo que me gustaran tanto, hasta que tuve a esta maestra en la novena clase, la Sra. Gomes, que solía enseñarnos matemáticas con extrema pasión. Ella nunca nos pidió que recordáramos fórmulas, sino que nos animó a entender el significado detrás de ellas. De hecho, nunca se proyectó a sí misma como una experta en matemáticas. Era ridícula, a menudo olvidaba sus fórmulas y cometía errores tontos en la pizarra y luego solía pedirnos que la ayudáramos a encontrar los errores. Era como si ella estuviera aprendiendo con nosotros. Pensando en eso ahora, tal vez lo hizo a propósito, pero como estudiantes disfrutamos su clase. Al final de cada clase, solía darnos algunos enigmas matemáticos simples pero que nos hacían pensar para resolverlos. No hubo ninguna obligación de resolverlos, pero al día siguiente, a cualquiera que viniera con la respuesta se le dio la oportunidad de explicar su solución a todos en la clase, y luego todos aplaudimos. Durante un período de tiempo, las personas esperaban esos enigmas, más que la tarea obligatoria dada por los otros maestros.
Algo similar me sucedió con la química, solía odiar la química hasta que estaba en la clase 11 cuando uno de los padres de mi amigo me explicó maravillosamente algunos conceptos de la química. Fue científico en BARC y era un apasionado de la química. Solía considerar los elementos y los compuestos como si fueran humanos, cada uno con diferentes rasgos de personalidad. Comencé a ver la química de una manera completamente diferente a la de ese día. Cualquiera que sea el tema de la química, tenía una manera muy interesante de verlo. Comencé a amar la química, todo por él.
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En cuanto a la física, fue lo que leí de las conferencias de Richard Feynman lo que me hizo amar el tema.
Me he dado cuenta de que ningún tema es intrínsecamente aburrido. Es la capacidad de quienes te enseñan, junto con tu estado mental cuando estás aprendiendo, lo que determina si te resulta aburrido o interesante. Por supuesto, su propia aptitud también juega un pequeño papel, pero he llegado a creer que no es tanto como parece. Tal vez, la aptitud juega un papel más importante en cuanto sobresales en un tema determinado, no tanto en cuánto te gusta.
En resumen, si quieres comenzar a gustarte una materia, ve a buscar un buen profesor y luego aprende con pasión.