Quizás no, porque lo inverso puede ser cierto, la personalidad puede informar la creencia filosófica. Para defender la filosofía, los filósofos deben defender primero la autonomía y el poder transformador de la razón. A las personas que tienen doctorados en filosofía se les hizo un inventario de personalidad y se les pidió que respondieran a nueve preguntas filosóficas. La personalidad predijo la respuesta a tres de estas siete preguntas, lo que sugiere que las creencias de los filósofos están determinadas en parte por sus personalidades (consulte “¿Los efectos de la personalidad significan que la filosofía es intrínsecamente subjetiva? Geoffrey S. Holtzman, 2013”). El objetivo de la filosofía tradicionalmente ha sido descubrir la verdad solo a través de la razón y la intuición. Sin embargo, la razón y la intuición están íntimamente ligadas a la personalidad. Queda por verse si la razón y la intuición, filosófica o de otro tipo, pueden estar divorciadas de los factores de la personalidad.
Las creencias de los filósofos se basan parcialmente en el carácter individual y la disposición en lugar de la razón objetiva y la evidencia. Es especialmente probable que los extravertidos consideren el libre albedrío y la responsabilidad compatibles con el determinismo. Cuánto de la filosofía es subjetiva, y cuán subjetiva, sigue siendo una pregunta abierta.
¿Es posible que la teoría actual invierta el orden de la causalidad y que la creencia filosófica afecte a la personalidad y no al revés? Esto es altamente improbable por varias razones. Las pruebas de puntuación de personalidad permanecen relativamente estables a lo largo de la vida de una persona, y no cambian mucho incluso después de la educación. La personalidad se desarrolla mucho antes de la creencia filosófica, y las características de toda la vida no pueden ser informadas por factores que se forman más adelante. Y muchas personas nunca pueden pensar profundamente en los problemas filosóficos, a pesar de tener personalidades ricas. Uno podría ir un paso más allá y sugerir que la personalidad y la filosofía no se afectan en absoluto y, en cambio, están conformadas por una fuerza común. Pero si tal fuerza moldea la personalidad, podría describirse como que afecta los valores subjetivos de una persona. Apelando a tal fuerza, entonces, hace poco para apoyar la afirmación de que los valores filosóficos son objetivos.
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